domingo, 3 de junio de 2012

Opinión: 21 de mayo, Grandes Trechos para los Hechos



Por Christian Casanova
Sociólogo 
Director General Alén Centro de Análisis y Planificación Político-Social

Sebastián Piñera
Fuente: www.laprensa.cl
El pasado primero de mayo el presidente de la CUT Arturo Martínez reclamaba ante 50 mil personas presentes y ante el país entero, la necesidad de un salario digno: “Queremos decirle al Gobierno y al Parlamento: este año el salario mínimo debe llegar a 250.000 pesos para hacer frente a las carestías de la vida".
El gobierno, en tanto, preparaba una contundente retórica para descomprimir las tensiones sociales, saliendo al paso de la urgente demanda con el proyecto de ley de Ingreso Ético Familiar anunciado con bombos y platillos, y recientemente aprobado en el Congreso el pasado 10 de mayo.  De la lectura y la profundización de la iniciativa, nos damos cuenta de que no posee ambiciones de modificar la precaria estructura en la que se desarrolla el trabajo en nuestro país.
De hecho, salario e ingreso son dos cosas completamente distintas. El primero da cuenta del valor pactado entre empleador y empleado, en relación con las actividades realizadas en una ocupación determinada y en un contexto desregulado. El segundo, en tanto, responde a los valores monetarios dispuestos en el hogar, que incorpora los posibles salarios de sus integrantes. Así las cosas,  una política como el Ingreso Ético Familiar, que no ha sido concebida para cambiar de manera sustantiva el andamiaje legal que sustenta los derechos de los trabajadores,  no demuestran un espíritu sustentable, pero sin embargo reúne las ilusiones dando respuestas asistencialistas sin proyección.
Como toda medida insuficiente, lejos de un abordaje novedoso y menos aún, de una voluntad con ambiciones  ético-familiares al serio problema de los trabajadores, es sin lugar a dudas un goteo, que acarrea desesperanza para las familias chilenas. Es asimismo, un gesto débil que no alcanza a motivar a los empleadores a una revisión de sus salarios.
Resulta al menos inquietante, el verso plagado de buenas intenciones versus el evidente empeño del gobierno en relativizar las discusiones y aparentar la resolución de problemas estructurales, con medidas  fundamentalmente asistencialistas que no poseen proyección ni sustentabilidad en el tiempo. Considerando que ingreso y salario son solo parte de un proceso que violenta a los trabajadores chilenos en todos los procesos productivos y de servicios, la porfía oficialista para evadir las acuciantes necesidades que abarcan el ámbito del empleo, se levanta como oscuro presagio para la próxima administración.
El Presidente Piñera y la ministra Evelyn Matthei se unen en esta tendencia a relativizar los datos referentes al empleo en nuestro país. Así entonces, asistimos a un relato del 21 de mayo, donde se nos informa de un escenario espectacular con 700 mil empleos y no sólo eso, además perfectamente regulados, decentes, y donde se ha integrado de manera masiva a la mujer.
Como cuando vemos películas demasiado alegres, a veces emerger a la realidad puede ser chocante. Eso pasa cuando nos enteramos que detrás de los 687 mil nuevos empleos, el 74% corresponde a trabajos familiares no remunerados, servicio doméstico y asalariados externalizados, o sea trabajos por cuenta propia.  Un porcentaje que rompe el encanto del discurso, develando una gestión con mezquinos logros.
Tampoco hay misericordia con las mujeres, de esta cifra redonda de 700 mil empleos, solo un 9% de los nuevos puestos para ellas entran en la categoría de asalariados directos, dejando a otras 330 mil, correspondientes al 91% con puestos de trabajo en condiciones de subcontratación, y como los descritos en párrafo precedente, que en su mayoría son de una baja calificación, y otorgan bajos sueldos.
Otro aspecto preocupante es la tasa de trabajadores sindicalizados. En el país sólo el 13,9% de los trabajadores se encuentra incorporado a este tipo de organización, sumando la desprotección de los trabajadores que tampoco pueden negociar sus propios sueldos ni mejorar sus condiciones laborales.
El verso oficialista, alcanza niveles absurdos, cuando Piñera, con escasa “química” y pobre empatía, nos intenta convencer vía malas artes de omisión, de un aparente bienestar y buenas relaciones con un pueblo que no le cree. Menos aún luego de las lluvias invernales, que como cada año enrostran la precariedad del sistema para hacerse cargo de los más vulnerables, y ya en esta ocasión, con la espera insoportable de los aún damnificados por el terremoto del 27 F.
Karl Polanyi declaró en La Gran Transformación: 
La idea de progreso se sustenta bajo la idea de prosperidad, mientras que el crecimiento vertiginoso no tiene como otra verdad la sola atenuación de la miseria popular, quedando muy lejos de la prosperidad para todos. Es una tendencia paradójica, en tanto  su trayectoria, el progreso entendido como un formidable crecimiento del comercio y la producción contiene intrínsecamente un residuo de la pobreza humana.

Ya es tiempo de discusiones abiertas e informadas. No bastan las cifras del 6% de crecimiento anual para los trabajadores. Vivimos en una sociedad donde la desregulación propicia el terreno para el abuso y descontrol, y donde los sujetos sociales son permanentemente violentados por un aparataje que no los considera. Es necesario dejar la retórica de las promesas vacías de lado y ponerse a trabajar. Los chilenos estamos alerta a estas falacias, y como jóvenes estamos dispuestos, poseemos la energía y el ánimo de cambio.

1 comentario:

  1. El desarrollo del país somos nosotros, quienes a diario entregamos las mejores 8 horas de nuestra energía y rendimiento. Resulta aterrador vivir con la sensación de estar vendiéndole el alma al diablo, de carecer de recompensas, económicas, emocionales, sociales. Entonces cómo impulsar al sacrificio, sólo en base al hambre de nuestros hijos? y qué pasa con la superviviencia del alma, de nuestros sueños.?

    Éstos señores difícilmente sabrán de eso, de la angustia del pasar de los 30 días y el miedo a no lograrlo... No saben quienes somos, ni nosotros creemos en su intento. No existe la confianza, y para todo lo concreto se requiere de ella, de la esperanza de que las cosas mejorarán, de trabajar con la convicción de que no se están riendo en nuestra cara de comprar nuestras vidas a precio de huevo.

    ResponderEliminar