miércoles, 6 de junio de 2012

Opinión: Los Malestares de las Regiones, Por una Solución no Homogenizada

Por Tamara Celis
Tesista en Ciencia Política
Tesorera Alén Centro de Análisis y Planificación Político Social
&
Camila Erazo
Egresada de Ciencia Política
Secretaria General Alén Centro de Análisis y Planificación Político Social

Manifestaciones en Freirina
Entre 2011 y 2012 hubo una serie de manifestaciones que escaparon a las demandas estudiantiles. Éstas se produjeron en zonas geográficas específicas como Aysén, Calama y Freirina. La sensación de un malestar generalizado fue interpretada por el gobierno como una señal de descontento homogéneo. No obstante, resulta más o menos evidente que la naturaleza de las demandas no sólo depende de su contenido, sino que también de la zona geográfica donde emergen. En consecuencia, leer el malestar como un resultado con causas comunes, es un serio error no sólo en la interpretación de la información, sino que también en los planes de acción a seguir por parte de un gobierno.
Por lo anterior, se hace necesario pensar el malestar no sólo en función del tipo de demanda, sino que también de acuerdo a su procedencia geográfica. No existe un solo malestar, sino que un conjunto de malestares que dependen, en cierta medida, del origen geográfico del cual surgen. En ese sentido, parece razonable pensar el malestar de manera descentralizada, buscando soluciones específicas para zonas específicas, y no abordar el malestar como si fuese un problema que aqueja a todos por igual. Si el malestar se canaliza de manera descentralizada, es decir, según zona geográfica desde donde se origina, esto no sólo podría empujar la aprobación del gobierno, sino que seguramente también fortalecer los planes de descentralización anunciados por el gobierno. Porque pensar los malestares desde esta perspectiva, también plantea nuevos desafíos para la descentralización, en tanto se hace necesario integrar a los ciudadanos en los procesos de formulación y aplicación de políticas públicas para focalizar las demandas y necesidades que aquejan a cada localidad del país.  
Si bien, la descentralización implica el traspaso de funciones, responsabilidades y competencias del gobierno central a los gobiernos locales, acompañado de una mayor inyección de recursos, no se agota ni debe agotarse ahí. La descentralización también pasa por la transferencia de mayores responsabilidades y facultades a la ciudadanía que se traducen en instancias de participación para decidir sobre qué tipo de malestares aquejan a los habitantes de una determinada localidad, y cuáles son las soluciones que mejor se ajustan a esa realidad. 
Hoy es el poder central quien define las políticas públicas que se ejecutan, siendo el trabajo de los gobiernos locales, acomodar cada uno de estos programas a la peculiar realidad de su zona. Sin embargo, la lógica debiera proceder en sentido contrario. Es decir, ser los propios ciudadanos y autoridades de las zonas quienes definan sus necesidades y problemas a partir de sus propias experiencias como habitantes de una determinada localidad. ¿Qué mejor que la experiencia de los propios habitantes para entregar un diagnóstico sobre las necesidades y demandas que preocupan a esa zona?
Superar este problema del trato homogéneo que se la da a las localidades del país con sus respectivas demandas y peculiares necesidades, pasa por ir descentralizando hacia los ciudadanos y no sólo por una inyección de fondos del poder central al poder regional.


Mapa de los malestares según zonas geográficas

En la última encuesta CEP de abril 2012 se advierte que la ciudadanía prioriza tres problemas centrales: (1) educación, (2) delincuencia y (3) salud. Sin embargo, si realizamos este mismo ejercicio segmentando según zona geográfica (norte, centro y sur), los resultados cambian sustantivamente. Mientras para los sureños un problema importante es la pobreza (12.7), para los nortinos este tema parece no afectar tanto como sí lo es, el problema del alza de precios o inflación (9.3). Asimismo ocurre al observar los resultados de la zona centro. Después de los problemas asociados a educación, delincuencia y salud, se ubica la pobreza (9.5) como el otro gran problema. En tanto,  le asigna menor importancia aquellos temas asociados a la inflación, sueldos y empleo (ver gráfico 1). 
Estas diferencias de orden de prioridad de problemas según las distintas zonas del país, debieran aumentar si observamos lo que ocurre en cada región. En ese sentido, sería interesante ver una tipología de malestares sociales que retrate las prioridades de cada una de las 15 regiones del país. Pero sabemos que la encuesta CEP es de representación nacional. Por tanto, hacer este ejercicio de comparar los problemas prioritarios de la ciudadanía por región, se hace inviable. No obstante, sí es posible practicar este ejercicio construyendo, como lo hemos hecho, macro-zonas geográficas (norte, centro, sur). 
Gráfico 1
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de encuesta CEP abril 2012


El segundo gráfico recoge los datos correspondientes a la segunda prioridad de problemas que estima la ciudadanía. Si observamos los resultados, sin tomar en cuenta los tres problemas más importantes que indica la mayoría, tenemos que nuevamente aparecen diferencias sustantivas entre las zonas. Si el problema de los salarios se vuelve importante tanto para la zona sur (14.0) como para la zona norte (15.3), en el centro nuevamente se mantiene como un tema de mediana importancia (7.9). De hecho, en el caso nortino, el sueldo aparece como el problema más importante junto al de salud.
Por otra parte, en tanto el problema de la droga adquiere mayor relevancia para el caso de la zona norte (9.2), en el caso de la zona sur, este se mantiene como un problema de menor importancia (6.2) al igual como observamos en el gráfico 1.
 


Gráfico 2
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la encuesta CEP abril 2012
El gráfico tres vuelve a mostrar un escenario similar a los anteriores. Esto sugiere que ciertamente existen ciertos patrones o tipologías de malestares que dependen de las zonas geográficas de los cuales provienen.




Gráfico Nº 3
 
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la encuesta CEP abril 2012
El problema de la droga sigue manteniéndose como un tema de menor importancia para la zona sur, no así para el caso nortino. Los problemas asociados al sueldo adquieren una preponderancia significativa tanto para el norte como para el sur. Al igual como se observa en los gráficos anteriores, el alza de precios o inflación preocupa en mayor grado a las zonas extremas del país, pero no para el caso de la zona centro. Lo cual es coherente con las demandas que impulsó el movimiento social por la región de Aysén.
Aun cuando parece evidente la tesis de que los problemas que aquejan a la zona norte del país no serán los mismos que aquejen a los habitantes de la zona austral, o a los propios habitantes de la región Metropolitana, las autoridades políticas parecieran no leer lo mismo.
La situación que se vivió hace dos meses atrás con el conjunto de demandas reivindicativas que puso a la luz pública el movimiento social por la región de Aysén, puso en evidencia la incapacidad de las autoridades para aceptar y comprender que existen problemas y demandas que sólo atañan a una localidad. Allí vimos expuestas un conjunto de demandas que buscaban nivelar las condiciones diferenciadas que caracterizan a una región como la de Aysén. Demandas como el subsidio a la leña, o la especial regulación a la actividad de pesca artesanal son asuntos que no son ni pueden ser homologables a las demandas y problemas originados en el resto de las zonas del país, y que en consecuencia, no pueden resolverse únicamente desde la gobernación central.
En consecuencia, las demandas focalizadas territorialmente no pueden ser concebidas como si se tratase de un mismo problema que afecta a todo el país. Por el contrario, las diversificadas condiciones que caracterizan a Chile, plantean la necesidad de atender los problemas desde una perspectiva que promueva soluciones heterogéneas buscando nivelar las diferentes condiciones y necesidades que existen en cada localidad. Para ello, el gobierno deberá descentralizar los problemas como también descentralizar el poder, trasfiriendo mayores facultades y competencias tanto a la ciudadanía como a las autoridades locales. 


¿Qué dicen los estudios académicos al respecto?

Lo que hasta aquí hemos presentado puede parecer ser el arrebato de una opinión más que la constatación de hechos reales. Pero no, se equivocan quienes piensan así. En un estudio desarrollado por Mario Waissbluth y Cristián Leyton el año 2006, se muestra una gráfica de la inversión que efectivamente fue gestionada por los gobiernos regionales y municipales, omitiendo la injerencia del gobierno central. Los datos retratan el período que va desde el año 90’ hasta el año 2005.
Los resultados evidencian que si bien hasta el año 2000 esta cifra de inversión aumentó, desde esa fecha hasta el 2005 la cifra descendió, haciéndose más estrepitosa la caída para el caso de la inversión comunal. Si a este último dato sobre el descenso de la inversión que efectivamente es de decisión comunal, le agregamos el antecedente de que uno de los mecanismos centrales para fortalecer la participación parte por integrar a los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones sobre la inversión y otras materias de impacto local, tenemos como resultado un avance en programas de descentralización  bastante precario.
Precisamente este es otro de los problemas que existe para avanzar en la consolidación de un proyecto de descentralización. No ha habido un verdadero consenso entre las autoridades sobre lo que se proyecta como un plan de descentralización, como tampoco ha habido una mirada aguda que identifique los malestares de modo descentralizado. Lo que sí tenemos, son planes insulares con acciones reactivas. Y si seguimos así…más leyes, más instrumentos financieros, más programas nacionales de descentralización van a servir de poco si no se genera una capacidad efectiva de contraparte respecto al Poder Ejecutivo, al Legislativo, a los partidos y entidades gremiales (Waissbluth y Leyton, 2006).  


Los anuncios del discurso del 21 de mayo

A pesar de que el Gobierno parece haber tomado cartas en el asunto, podemos ver que los anuncios siguen por la senda de “mucho ruido y pocas nueces”. En el discurso del 21 de mayo se señaló claramente al centralismo como un problema, un “mal que ahoga a la Región Metropolitana y asfixia a las demás regiones” (Piñera, 2012).
Ante esta problemática se ofrecieron fondos regionales y fondos municipales que pretenden contribuir a nivelar las diferenciadas condiciones que caracterizan a cada localidad, sin embargo, esta sigue sin ser la solución. Creer semejante cosa es resolver el problema del exceso de centralización con más centralización, es decir, seguir manejando los recursos desde el gobierno central.
Las regiones están proponiendo presupuestos propios, autonomía para gestionar sus inversiones, injerir en los procesos de tomas de decisiones sobre las materias que impactan directamente a los habitantes de cada localidad. Si realmente se busca descentralizar al país, se tendrá que poner más atención a las diferencias de malestares que ahoga a cada localidad, y a cómo hacemos efectiva la participación de la ciudadanía en los procesos de formulación y ejecución de políticas

* Agradecemos la amable colaboración de Mario Waissbluth en la elaboración de esta columna.

1 comentario:

  1. Es muy interesante como se manipula desde el oficialismo el concepto de descentralización, se relativiza y muchas veces se lo hace portador de características que no lo definen como concepto. Hasta aquí solo parece existir una desconcentración de algunas funciones y recursos, pero como muy bien plantean al final de su columna, si el gobierno no escucha a las regiones no podrán establecerse los niveles de autonomía necesarios para que éstas empiecen a reflexionar por sí mismas su propio desarrollo y problemáticas locales, actualmente los gritos de las regiones caen en oídos sordos.

    Creo que desde el mundo político existe cierto conformismo con la estructura de gestión que actualmente gobierna a las regiones de nuestro país, si visualizamos un Chile donde los gobernadores fuesen elegidos por las localidades que representan, sin duda que estos serían portadores de muchas más atribuciones y contendrían mayor poder político del que actualmente poseen, serían autónomos. Entonces ¿por qué un diputado de tal o cual distrito votaría por otorgar mayores poderes y autonomía a representantes locales, cuando en este mismo ejercicio se relativizan sus propias funciones y capital político?, sin lugar a dudas que para la ciudadanía representantes directos de las comunidades y localidades del país tendrían mayor relevancia que cualquier diputado o senador a nivel central.

    Pienso que actualmente los diputados y senadores no tiene voluntad para discutir estos temas, falta la energía y las ganas de unas vez por todas liberar a las regiones de éste centralismo que actualmente las posiciona muchas veces como coleros en la lista de prioridades del país.

    Creo necesaria la discusión por la elección directa de los intendentes y gobernadores de las regiones.

    Buena columna
    Saludos

    Christian Casanova

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